María Montessori y el movimiento feminista

María Montessori y el movimiento feminista

La relación de María Montessori con el movimiento feminista es algo que se produce de una manera totalmente natural, forzada por los continuos obstáculos con los que se fue encontrando por el camino simplemente por ser mujer. Le debemos a la Dra. Montessori gran cantidad de cosas que únicamente una sociedad patriarcal y miserable ha querido ocultar. Es ella la pedagoga con más sentido del S. XX y seguramente una de las menos reconocidas atendiendo siempre a sus aportaciones y a su legado. Aquí no tratamos de desmerecer a nadie, pero sí de hacer justicia con quien lo merece.

Ya desde sus comienzos como estudiante, en aquellos momentos en los que pasó de la Facultad de Ciencias a la Facultad de Medicina, comenzó a encontrarse con estas trabas que hoy en día sería completamente rechazables. Trabas que no vinieron en un principio precisamente de sus propios compañeros o amistades, sino que vinieron del decano Guido Baccelli, quien a la postre, años más tarde, se convertiría en su defensor. ¡Lo que es la vida! Resulta curiosa esta anécdota, pues el Dr. Guido Baccelli, catedrático en aquel momento de Medicina de la Universidad de Roma, le dijo a María Montessori en su entrevista con ella que, como mujer, no debería de estudiar medicina allí. Ocho años más tarde, durante la celebración del Congreso nacional pedagógico celebrado en septiembre de 1898 en Turín y al término de este congreso, Baccelli, ya como ministro de educación italiano, solicitó oficialmente a Montessori que impartiera una serie de conferencias en Roma para alumnos y profesores de la escuela normal de magisterio. Aún con todo, María Montessori siempre acabó dando las gracias a Baccelli por su apoyo.

Además de la constante actividad que la Dra. Montessori tenía durante aquella época, que coincidieron con los inicios de su carrera profesional, comenzó a interesarse por otro tipo de temáticas con las cuales se sentía especialmente identificada. En este caso, la emancipación de la mujer fue algo que comenzó a llamar su atención, y ya en 1896, participó en Berlín en el primer Congreso del International Council of Women, sobre los derechos femeninos, con un notable éxito. Durante estos inicios, los cuales la llevaron a viajar a Paría para conocer más de cerca los trabajos de Itard y Séguin, la Dra. Montessori también se interesó en el trabajo sobre educación de la francesa Désire-Magloire Bourneville.

De manera progresiva, María Montessori aprovechaba evento a la que invitaban para dejar allí su huella. Esto ocurrió en Milán, en el año 1899, con una conferencia sobre la “Caridad moderna”, en el que aparecía también el tema de la “mujer nueva”. Como hemos podido observar anteriormente y desde hacía ya un tiempo, la Dra. Montessori se había convertido en una figura destacable del feminismo (especialmente llamado “feminismo práctico”, con vocación filantrópica) y de ideales universales de paz, caracterizada por tener siempre una actitud abierta sin ningún tipo de compromiso políticos partidistas. En marzo de 1896, se convirtió en cofundadora y vicesecretaria de una asociación feminista romana y, en 1899, se convirtió en miembro de la Unione Materna. De esta manera, continuó con su faceta de convertirse en portavoz de las feministas italianas en los foros internacionales, como en el congreso de Londres de 1899. En el año 1906, María Montessori presentó una petición al Parlamento italiano para que aprobara el voto de las mujeres, esto es, el sufragio femenino en las consultas electorales.

En el año 1908 se celebró en Roma el primer Congresso di Donne Italiane, el cual contó con la participación de la Dra. Montessori, interviniendo en los debates. Congreso que a la postre se convertiría en la última intervención pública de la Dra. Montessori como militante feminista. Durante este congreso se trató un tema controvertido: el tema de la enseñanza religiosa en la escuela. Este tema provocó la división del Congreso entre católicas y laicas, y la Dra. Montessori no tomó partido ni se posicionó en este tema que causaba gran interés en aquel momento y que aún en nuestros días sigue siendo motivo de polémica cuando de aspectos educativos se trata. En cambio, María Montessori si se posicionó en otros temas tratados en el mismo, como cuando en la sección sobre la condición moral y jurídica de la mujer se presentó un informa sobre la Morale sessuale nell’educazione. La Dra. Montessori se posicionó en todo momento defendiendo una lectura positiva de la sexualidad, que llevara consigo la necesidad de una educación sexual correcta, subrayando la importancia biológica, así como la ético-espiritual de la maternidad como expresión de la vida, utilizando a la vez un lenguaje religioso mezclado con citas de Nietzsche. Trasmitió un mensaje de fuerza y clarividente hacia todo el puritanismo hipócrita e ignorante, el cual esclavizaba a las mujeres, pronunciándose en todo momento por una pureza más libre y consciente.

Fiel a la tónica de críticas de todos los sectores que han acompañado a la Dra. Montessori a lo largo de toda su carrera, pronto llegaron estas desde las posturas católicas más cerradas, las cuales eran contrarias tanto al modernismo como a cualquier forma de renovación espiritual católica y al propio movimiento demócrata cristiano. En este sentido, L’Unitá Cattolica escribió: “El congreso femenino de Roma fue concebido e impulsado por algunas católicas modernistas y estas llevaron con ellas a mujeres de todas las tendencias y principios. La Civiltá Cattolica criticó abiertamente los excesos verbales y la falta de pudor de Montessori “apóstol en Italia de una nueva moralidad sexual”.

Pero la Dra. Montessori, lejos de entrar en las provocaciones que llevaban consigo su presencia y participación en congresos feministas, aprovechaba siempre la ocasión para dejar su huella, su impronta, y hablar de proyectos que ya estaba llevando a cabo, consciente de la importancia que tenía recabar cuantos más apoyos mejor. Así fue como ocurrió en el año 1908 en Milán, durante el primer Congreso de “Actividad práctica femenina”, durante el cual, además de hablar sobre temas relacionados con el empoderamiento de la mujer, aprovecho para hablar de las Casas de los niños. Su presencia en este congreso le permitió ir ampliando su red de contactos y relaciones. Tanto es así que gracias a ellos se pudo crear una Casa de los niños en el bloque milanés de viviendas para obreros de la Vía Solari, la cual contó con la dirección de Anna María Maccheroni, que desde 1906 era una alumna fiel de Montessori.

Toda esta inmersión que Montessori fue realizando de acercamiento a que de manera progresiva se fuera teniendo en cuenta cada vez más el papel de la mujer en diferentes ámbitos, encontró, como podía ser de esperar por la tónica de la época, con un fuerte rechazo y menosprecio por parte de los hombres, en especial por miembros de las elites culturales y burocráticas, con prejuicios de género implícitos y en continua sintonía con la baja consideración social que merecían las maestras de aquella época.

Más tarde, el compromiso que María Montessori ya trae consigo respecto al movimiento feminista, deja su huella también en lo referente a la educación, en su trabajo como docente. De esta manera, Montessori escribe un artículo para denunciar que las alumnas de la Scuola di Magistero que llegan a Roma procedentes de otras ciudades del país, no encuentran cabida en ningún tipo de alojamiento promovido por las autoridades competentes, con lo que tienen que conformarse con poder alojarse en los conventos de monjas, lugares considerados como limitados y anticuados, demostrando con estas palabras, una vez más, su libertad de pensamiento y compromiso real y decidido con aquellas causas con las que tanto se comprometía. María Montessori es una fiel católica devota, pero también una mujer libre que dice siempre lo que piensa.

Como se puede observar, es realmente significativa e impactante la huella que va dejando María Montessori a lo largo de toda su trayectoria, en especial durante estos primeros años de su carrera profesional, tanto en aquellos lugares como con aquellos temas con los que se compromete y defiende, y el tema del feminismo es uno más de ellos. En este sentido, Montessori muestra unos ideales que se acercan al extremismo y al anticlericalismo. Actitud esta que causa una gran impresión en muchas de sus seguidoras, algunas de ellas deciden dejarla de seguir ante estas posturas tan radicales.

Con toda esta inercia que trae consigo, con toda esta fuerza inspiradora y motivadora que caracteriza a María Montessori, deja de involucrarse tanto en temas feministas debido, principalmente, a que un reto de enormes proporciones se vuelve a cruzar en su camino: un experimento social creado en el Barrio de San Lorenzo, en Roma, comenzará desde este momento a necesitar de todo el potencial y sabiduría que lleva dentro.