La enseñanza que el agua le puede enseñar a la escuela

La enseñanza que el agua le puede enseñar a la escuela

El agua es un medio que me apasiona. Me encanta nadar, sobre todo en mar abierto. Además, siempre soñé con poder trabajar de ello. Sueño que se cumplió en un momento dado de mi vida, pues trabajé durante seis años como monitor de natación y socorrista acuático. Relacionado con el agua pasaron cosas muy especiales en mi vida.

Durante todos estos años he admirado a aquellas personas que decidieron dar ese importante paso de querer aprender a nadar. “Muertecictas de miedo» accedían a la piscina el primer día que acudían al recinto acuático. Lo podía ver perfectamente en sus ojos y sentir en su cuerpo rígido. La mayoría de ellas lo hacían en esta situación porque en algún momento de su vida tuvieron algún susto relacionado con una piscina, playa, etc. Después de darle muchas vueltas en su cabeza se iban a enfrentar al reto de aprender a nadar, algo que llevaban pensando durante mucho tiempo.

Pese a todas estas inseguridades que bloqueaban sus cuerpos y los llenaban de miedos e inseguridades, podía observar cada vez que abrían la puerta y entraban al recinto acuático que, a ninguna de ellas, repito, ninguna de estas personas afrontó este reto de querer aprender a nadar preguntándome si para hacerlo tenían que introducirse en el agua. Eran plenamente conscientes de que para superar este reto el contacto con el agua era inevitable. Algunas lo consiguieron, otras no. Pero siempre quedará en mi memoria la valentía de aquellas personas que decidieron saltar al agua y poder así romper miedos que agitaban sus cuerpos cada vez que el agua se cruzaba en sus vidas.

Ahora y ya desde hace unos años con el colectivo de educadores, me encuentro muy a menudo con una gran resistencia a “no querer introducirse en la piscina del aula” para experimentar verdaderamente la profesión de docente. Observo como todos preguntan y preguntan cómo hacer tal o cual cosa para que su día a día sea más llevadero, a la vez que muy pocos se atreven a experimentar qué se siente cuando uno se atreve a ver qué ocurre cuando aquello que desde hace tanto tiempo llevas pensando en la cabeza que podrías hacer en tu día a día con niñas y niños lo llevas de una vez a la práctica.

El niño es el agua de la escuela. Para poder aprender de él hay que sumergirse en él. No hay otra alternativa. El problema es que tenemos miedo de ello. Llevamos cientos de años reproduciendo modelos educativos sin introducirnos en esa agua pura y cristalina y así no es posible.

Únicamente un experimentar qué ocurre cuando te sumerges verdaderamente en tu aula y atiendes verdaderamente al niño, bajo tu confianza y responsabilidad, será el paso para saber realmente qué es eso en lo que tanto tiempo llevas pensando, que tanto miedo te da experimentar, y por el que tanto preguntas sin que nadie te pueda dar una respuesta que realmente te sea útil. ¿Se imaginan a una persona querer aprender el arte de educar sin tener contacto con la vida que tienen delante de ellos?

Da rienda suelta al verdadero educador que llevas dentro. No pienses tanto la educación y comienza a experimentarla de una vez. Al principio sentirás miedo, pero a medida que vayas aprendiendo a navegar con él, verás como en ti se abre una nueva posibilidad desconocida hasta la fecha. Con todo el vértigo que sientas en ese momento, ya no dejes de caminar hacia ese lugar, porque ese lugar es tu verdadera esencia.

¿Te atreves ahora a sumergirte en el agua?

Imagen: Lyz Tallina